domingo, 30 de agosto de 2009

SPIDER-MAN


Fue casi por casualidad...Hoy en día resulta imposible concebir el cómic de superhéroes sin Spider-Man. Por eso sus orígenes resultan todavía más asombrosos, si cabe, de lo que realmente fueron. Y es que, a poco que las circunstancias hubieran sido diferentes, el trepamuros jamás habría visto la luz. Corría 1962. Apenas habían pasado unos meses de la publicación de The Fantastic Four 1. Estaba claro que los superhéroes volvían a funcionar, como lo habían hecho dos décadas atrás. Lejos de cualquier propósito calculado, Stan Lee y Jack Kirby seguían produciendo los nuevos personajes que el editor Martin Goodman les demandaba. El horno no estaba para bollos, razón por la que los nuevos héroes surgían de la prueba y el error. Ejemplo: en Amazing Adult Fantasy 14, número anterior al de la primera aparición de Spider-Man, debutaba Tad Carter, un mutante –el primero de Marvel, por cierto- cuya personalidad bien podría recordar a la del tímido y apocado Peter Parker. Aunque en la última viñeta se prometía el regreso de Tad en el siguiente número, éste jamás volvería. Ejemplo 2: en Journey into Mistery 73 aparecía Robert Carter (nada que ver con Tad, aunque el parecido fonético entre el apellido Carter y Parker sí que resulta evidente), un científico que, accidentalmente, introducía una araña en una cámara atómica.El bicho salía de allí bastante crecidito, con unos poderes similares a los de nuestro Hombre Araña. Relatos como éste componían el día a día de la Marvel que estaba naciendo en aquellos años: monstruos radiactivos, seres mutantes y extraterrestres cabezones herederos de los grandes animalitos que hacían la delicia de los aficionados al cine de ciencia ficción, heroicos científicos que encontraban la solución a las grandes catástrofes y finales con moralina: cuidado con la ciencia: sed buenos, niños: no lo hagáis en casa.Y en esto que llega Spider-Man. Amazing Fantasy 15, con fecha de agosto de 1962, caso de que haya por ahí algún despistado que desconozca un dato en todo caso inexcusable. Once apretadas páginas de origen destinadas desde el principio al olvido. Al fin y al cabo, era el último número de la colección. Al fin y al cabo, Martin Goodman dixit, a nadie le gustan las arañas.Pero es que la araña era una excusa. Seguro que a Stan Lee no le gustaban tampoco. Lo que le gustaba a The Man era The Spider, un personaje pulp más conocido por haber inspirado la creación de Peter Parker que por cualquier otra cosa. Luego estaba el empeño en publicar algo medianamente presentable que se diferenciara de los supertipos cuadriculados de National Periodicals, casa de Superman. No era concebible que el héroe fuera un adolescente. Era obvio que a Lee le repateaba la idea del sidekick. Por eso mataría meses después a Bucky Barnes y por eso le colocaría una MAN muy grande al nombre de un personaje de dieciséis tiernos añitos. Y por eso conseguiría la atención del público teen, porque ellos también querían ser así de MAN y así de grandes, porque ellos, la gran mayoría de ellos, también eran despreciados por sus Flash Thompson de turno, rechazados por la Liz Allan que tocara ese día y sobreprotegidos por sus madres, tías o abuelas.

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